Mis abuelas, mis abuelas para mi son todo. Se lo debo todo a ellas. Hicieron de madre cuando la mía trabajaba, cada día me ponían y me siguen poniendo el plato de comida en la mesa, siempre han sabido animarme y sacarme una sonrisa cuando más lo necesitaba, en fin, siempre han estado ahí para todo.
Mi abuela materna, Manuela Sánchez Pérez, nació en Castro del Río un pequeño pueblo de Córdoba, en una pequeña barraca hecha de ladrillos por su padre, mi bisabuelo. Es la quinta de ocho hermanos y hermanas. Su infancia no fué muy agraciada pero tampoco fué de las peores. A los seis años ella y su hermana menor María fueron las únicas de todos los hermanos en tener el privilegio de ir a la escuela, de monjas. A los ocho años, mi bisabuelo decidió que dejasen el colegio y fueron a trabajar a su huerta, la huerta más grande de todo el pueblo. Años más tarde, en su juventud, mi abuela empezó a salir con sus hermanas, y en una de estas salidas, en la feria de Abril, se cruzó con Rodolfo, el que será su novio y más tarde su marido. Mi abuelo un día le envió una carta de amor a mi abuela, y des de entonces cada día se enviaban una, uno al otro. El 13 de marzo de 1974 se prometieron y un año más tarde nació Manoli, mi madre.
Por parte paterna, Rosario Garcia Garcia nacida en Málaga, concretamente en Bobadilla, es la pequeña de cinco hermanos. A contrario que Manuela, ella vivia en una casa normal, en una calle.
Su infancia se basó en jugar con muñecas de trapo, hechas por ella a mano, y en ayudar a su madre en las tareas del hogar, mientras que sus hermanos mayores se iban a trabajar a la fábrica. Ninguno de los cinco pudo ir al colegio, solo que a veces pasaba el médico del pueblo a enseñar caligrafía por las casas. Desafortunadamente, cuando mi abuela tenia doce años, falleció su madre de un fuerte golpe en la cabeza, un accidente doméstico. Fue un golpe muy duro para mi abuela ya que estaba muy unida con ella, así que des de entonces fueron a trabajar todos a una huerta que tenia mi bisabuelo.
De lo que viene siendo su juventud, mi abuela era muy atractiva, por lo tanto todos los chicos la miraban. Al igual que Manuela, en las fiestas del pueblo, José, un hombre alto y de ojos azules fue el que le robó el corazón a Rosario. No mucho más tarde se casaron y un año después en 1965 nació mi padre, el mayor y el único barón de tres hijos. Mis dos tias, Teresa la mediana y Araceli la pequeña siempre han estado muy unidas a mi padre y mis abuelos.
Afortunadamente, mis dos abuelas y mis dos abuelos siguen vivos, y doy gracias. Doy gracias por poderlos ver cada dia y disfrutar de sus risas, de sus anécdotas, de sus recuerdos... Doy gracias por tenerlos en mi vida, y para mi, lo mejor que me ha pasado y lo mejor que me pasará en mi vida.